Casco Antiguo de Altea

April 23, 2025
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Enclavado en la Costa Blanca española, el centro histórico de Altea—conocido como Casco Antiguo—es una joya de encanto mediterráneo. Situado en lo alto de una colina con impresionantes vistas al mar, este barrio histórico cautiva con sus calles adoquinadas y casas encaladas decoradas con flores. Su iglesia, con cúpulas azul y blanca, domina el paisaje y es el símbolo más destacado del pueblo. Con su rica historia y patrimonio bien conservado, Altea está considerada uno de los pueblos más bonitos de la Comunidad Valenciana. Su pintoresco centro histórico, con fachadas blancas y tejados azulados, le ha otorgado apodos como "Perla de la Costa Blanca" y "Cúpula del Mediterráneo". Este casco antiguo de postal es un destino imprescindible para los viajeros que buscan cultura, tranquilidad y autenticidad local.

Historia y Evolución

El lugar que ocupa Altea ha sido habitado desde la antigüedad. Los íberos se instalaron primero cerca de la desembocadura del río Algar y, posteriormente, los griegos fundaron un puesto comercial llamado Althaia (nombre derivado de Altea, heroína de la mitología griega), para comerciar con las poblaciones locales. Este nombre evoca propiedades curativas, lo que sugiere que el lugar tenía fama de virtudes sanadoras.

Durante la Edad Media, Altea formó parte de la taifa (emirato) de Denia bajo dominio árabe, quienes desarrollaron el regadío, impulsando la agricultura en la región. Reconquistada por el rey Jaime I de Aragón en 1244, la ciudad fue fortificada con murallas para defenderse de las incursiones, creando el laberinto de calles estrechas que caracteriza su centro histórico actual. En la cima de la colina se construyó un castillo, en el emplazamiento de la actual iglesia, que constituía el núcleo del pueblo fortificado.

En los siglos siguientes, Altea sufrió ataques de piratas berberiscos. A finales del siglo XVI, estas amenazas casi despoblaron la región. Para remediarlo, se construyó una nueva muralla defensiva, y la ciudad fue repoblada alrededor de una fortaleza renovada. Altea obtuvo oficialmente el estatus de ciudad en 1729, con unos 5.000 habitantes en los siglos XVIII y XIX, dedicados principalmente a la pesca y agricultura.

Desde la década de 1950, con el auge del turismo, la población aumentó significativamente, expandiéndose más allá de sus murallas hasta la costa. A pesar del desarrollo moderno, el Casco Antiguo conservó su esencia original y fue declarado Conjunto Histórico-Artístico (Bien de Interés Cultural) en 2013 por el gobierno valenciano.


Influencias Arquitectónicas y Patrimonio

La arquitectura del Casco Antiguo refleja su historia multicultural. Sus calles laberínticas datan de la época árabe, diseñadas para desorientar a los invasores. En sus fachadas blancas se aprecia la influencia mediterránea y árabe, con patios ocultos, balcones de hierro forjado y puertas de madera maciza que recuerdan a las medinas tradicionales árabes. Al recorrer sus callejuelas adoquinadas, se descubren detalles pintorescos como escaleras decoradas con flores y cerámicas coloridas.

Dominando la colina, la iglesia del siglo XVIII, Nuestra Señora del Consuelo, con sus emblemáticas cúpulas azules y blancas, es el símbolo más reconocible de Altea. La Plaza de la Iglesia, antiguamente el sitio del castillo, ofrece vistas panorámicas sobre la bahía.

También se conservan vestigios de las fortificaciones de Altea, incluyendo dos antiguas puertas arqueadas: Portal Vell (siglo XVII) y Portal Nou (siglo XVIII). Al atravesar estas puertas de piedra, uno imagina la vida antigua del pueblo amurallado. Algunos segmentos de murallas y baluartes permanecen integrados en el paisaje urbano, preservando la herencia defensiva de la ciudad. El conjunto armónico de calles serpenteantes, casas uniformemente blancas y monumentos históricos otorga al casco antiguo de Altea una identidad arquitectónica única en la costa española.

Ambiente y Vida Local

Al visitar el Casco Antiguo, lo primero que impresiona es su atmósfera especial. Lejos del bullicio de los centros turísticos, aquí el tiempo parece detenerse. El barrio atrae desde hace tiempo a artistas, pintores, escultores y músicos, contribuyendo a su ambiente bohemio y creativo. Galerías de arte, talleres y tiendas artesanales adornan cada rincón, reflejando la vitalidad cultural del pueblo. Esta efervescencia artística, junto al entorno histórico, aporta al casco antiguo un encanto auténtico.

Al caer la noche, Altea se vuelve aún más mágica. Pequeños restaurantes tradicionales y cafés íntimos instalan mesas en plazas y calles adoquinadas. Bajo la luz tenue de faroles y lámparas, se disfrutan cenas al aire libre con la brisa marina y sonidos lejanos de guitarra española. La Plaza de la Iglesia cobra vida durante las noches de verano con mercados artesanales y teatro callejero, transformándose en un escenario al aire libre. Balcones floridos y puertas coloridas animan este laberinto blanco, creando un ambiente acogedor y sereno. Los locales, orgullosos de su patrimonio, reciben cálidamente a los viajeros, preservando la hospitalidad mediterránea. Caminar por Altea permite descubrir un estilo de vida en el que la sencillez y la belleza cotidiana son protagonistas.

Anécdotas y Curiosidades

Más allá de su aspecto de postal, el casco antiguo de Altea guarda historias fascinantes.

  • Cada septiembre, la localidad celebra las fiestas tradicionales de Moros y Cristianos, con desfiles en trajes históricos y recreaciones de batallas medievales, conmemorando la Reconquista y los conflictos con piratas berberiscos.
  • ¿Sabías que Altea debe parte de su nombre a la diosa griega Altea? Según la leyenda local, los griegos antiguos, fascinados por la belleza y el clima del lugar, lo bautizaron Althaia, término que en griego significa "curar". Esta etimología poética refleja el efecto relajante que aún hoy perciben sus visitantes.
  • La declaración como Bien de Interés Cultural en 2013 fue motivo de orgullo para los alteanos. Como señaló un representante local: “Nuestro centro histórico no es sólo un pintoresco pueblo de casas blancas, sino un tesoro patrimonial garantizado para sobrevivir en el tiempo.”

Visitar el Casco Antiguo de Altea es sumergirse en un paisaje atemporal, donde cada piedra cuenta una historia, fusionando tradición y vida marinera.

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